La historia ciclista de Cristina Azanza

Amante del deporte desde joven, la vida de Cristina Azanza siempre ha estado ligada a la bicicleta, compitiendo y disfrutando de las dos ruedas pasando por los Juegos Paralímpicos hasta las quedadas Women In Bike.

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Tengo 44 años. Me inicié en el deporte haciendo gimnasia rítmica; le ponía mucho coraje y disciplina y, aunque no destacaba, me apasionaba, y con el esfuerzo, la disciplina y los años conseguí disfrutar, ganar flexibilidad y ser una más del equipo que formábamos siendo unas niñas. Ya con 10 años alternaba la gimnasia rítmica con el atletismo, pero cuando empecé 8º de EGB, con 12 años, me superó un poco toda la rutina deportiva y dejé aparcado el deporte porque creía que el curso iba a ser muy duro.

Cuando empecé 1º de BUP tenía la decisión tomada de que necesitaba el deporte para sentirme plena. Por aquel entonces, Felipe Gutiérrez, mi profesor de Educación Física, nos dio una charla sobre Triatlón, que en aquella época llegaba a España como algo novedoso. Y yo tenía ganas de probarlo. Él era entrenador. Empezamos un grupo de 16 personas, ya con 14 años, y me enganché. Al igual que con la gimnasia rítmica había que entrenar mucho, tener mucha disciplina… era duro.

Ahora miras para atrás y cuesta ver todo lo que hacíamos. No me considero una persona con unas grandes condiciones deportivas y mis resultados se deben sobre todo al fruto del trabajo de muchos años. Apenas tenía un estilo depurado en natación, ni había montado nunca en bici de carretera… eran los años 90-91 cuando empecé con el triatlón. Y claro, ver una chica con bici de carretera en aquella época era impensable, raro.

Me enganché mucho y ahí seguí bastantes años, incluso todavía no lo he dejado. Lo que si es cierto es que había resultados, trofeos, ya desde juvenil y junior, a pesar de ser pocas. Ya en la categoría élite los resultados costaban un poco más pero al final llegaron.

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Tuve un parón en el año 2000, porque me ofrecieron a través de la ONCE ayudar a una chica invidente, Ana Belén Miguélez. Ella necesitaba una piloto para afrontar los Juegos Paralímpicos de Sydney y la idea me atrajo muchísimo.  El hecho de ayudar a alguien que no podía por sí misma desarrollar una actividad deportiva me motivaba mucho.  Así que me lancé y me dediqué 100 % al ciclismo.

Me recomendaron que participara en pruebas de ciclismo de chicas. Era muy novata, porque venía del mundo del triatlón que era “no drafting”, que no se podía ir a rueda, y el ciclismo era todo lo contrario, había que ir en pelotón. Me costó bastante, pero me adapté, ya que estaba acostumbrada a ir sola frente al viento. Lo recuerdo como una experiencia divertida, aunque no competí mucho en ciclismo.

Estuvimos en los Juego Paralímpicos de Sydney. Las pruebas de pista no nos salieron muy bien, puede que llegáramos un poco pasadas de rosca, de entrenamiento. En la prueba de línea, tuvimos la mala suerte de que, a falta de pocos metros de la meta, nos escapamos del pelotón para poder intentar una medalla. La de oro ya la tenían unas australianas. Pero en esa arrancada fuerte perdí el control de la bicicleta y nos caímos. Fue un susto tremendo, y decepcionante, por haber estado un año preparando esas pruebas y terminar así. Nos dejó un sabor de boca agridulce, pero fue una experiencia espectacular sobre todo lo que viví allí con mi compañera y el resto del equipo español. Es un ejemplo de equipo y una experiencia que no se me va a olvidar nunca.

En el 2001 seguí compitiendo en más pruebas ciclistas. El ciclismo de carretera fue una experiencia más. Conseguí quedar cuarta en un Campeonato de España de línea. Iba a por el tercer puesto, pero al final, una chica con más experiencia me pasó por un lado sin darme cuenta. Novatadas de triatletas, pero de todo se aprende.

En la contrarreloj conseguí hacer el décimo puesto en el nacional. Con todo esto aprendí mucho y mejoré con la bici y, tras esa experiencia en ciclismo, retomé el triatlón. No lo había abandonado del todo, pero le dedicaba menos tiempo.

Del 2004 al 2006 fui Campeona de España de Larga Distancia (Ibiza). Me especialicé ahí, porque mi natación no era muy buena, y el resto de disciplinas me favorecían. En 2006 debuté también en la distancia Ironamn en Roth, con un tiempo de 9h55, por aquella época bajar de 10 horas en esta distancia pocas chicas lo habían logrado.

A nivel internacional conseguí un séptimo puesto en un Campeonato del Mundo en Larga Distancia de 2004. Terminé muy contenta y fue el premio al trabajo de  muchos años de entrenamiento. No me considero una persona con muchas condiciones, pero el trabajo y la constancia me hicieron cosechar resultados.

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En el 2007 fue mi último año de competir. Competía y compaginaba mi trabajo en la Federación Española de Triatlón. Llevaba programas de promoción, llevaba la escuela de entrenadores, pero fue muy duro compatibilizar todo y seguir al mismo nivel de exigencia entrenando y tuve que dejar la competición. Exploté.  Dejé pasar un tiempo, no quería competir, no quería entrenar... Fue un periodo duro, de bajón físico y mental.

Pero pasó ese periodo y a finales del verano del 2008, volví a competir. Competí con las rentas, con lo que el cuerpo recordaba. Entrenando poquito, tenía muy buenos resultados, aunque pasados dos o tres años la chispa no es la de antes.

A partir de ese momento empecé a disfrutar del deporte de otra manera. Me vine a vivir a Lugo en el verano de 2013. Seguía compitiendo y entrenando porque me gusta, porque es mi forma de vida, porque sin el deporte no tengo la plenitud.

En septiembre de ese mismo año me quedé embarazada, y claro, te cambia un poco los papeles. Quería ser madre, lo tenía claro. Seguí haciendo deporte durante los 9 meses de embarazo. Ahora leo todo lo que hice en esa época, sobre todo nadar, caminar, bici en el rodillo. Fue una época diferente, de sentir a aquella personita que llevas dentro.  Muy emotiva.  Y el 24 de mayo del 2014 di a luz a un niño precioso, y mi vida cambió.  Y mi cuerpo también. Perdí masa muscular, perdí tono; el cuerpo tenía que volver a adaptarse. Me salieron dolores donde jamás había tenido: cadera, espalda… así que tuve que empezar casi de cero, con pilates y con una buena base de gimnasio para volver a disfrutar de nadar, montar en bici y correr.

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Fueron tres años duros de compaginar con todo. Estuve dando pecho hasta los 4 años. No me lo había planteado así, pero salió así y me siento feliz por ello. Procuraba hacer algo de deporte en esa época. Era una forma de desconectar.

El deporte sigue siendo mi forma de vida, y tras esa experiencia me planteé un nuevo proyecto deportivo. Creé un grupo de mujeres que corren, Muller en Forma. Y lo que empezó siendo un grupo de 20, ahora somos cerca de 90. Esa actividad ha ido creciendo y ahora también hacemos actividades de natación, ciclismo, y sobre todo mi finalidad es motivar a que estas mujeres monten en bici. Que esas mujeres tengan esa experiencia que yo tuve y que tanto me ha aportado.

También doy pilates, y entreno al equipo de natación master del club Fluvial. Estudié Ciencias de la Actividad Física del Deporte, con lo cual mi vida gira en torno al deporte. Para mí es mi estilo de vida y no podría vivir sin él.

En estos días de confinamiento, gracias a que tengo un rodillo busco alternativas y puedo seguir disfrutando del deporte para sentirme bien. Me gusta transmitir lo bueno que es el deporte. Y lo que más ilusión me hace es ver muchas chicas montando en bici. Este proyecto de Women in Bike, es increíble. Es un acierto. Era algo impensable. Cuando empezamos con la bici en nuestra época, con 14 años, hace 20 años, te veían como una extraterrestre cuando salías con la bici; una chica, vestida de ciclista, con el casco…uff, todo eso ha cambiado. Afortunadamente ahora se ven muchas chicas andando en bici, con mucha calidad y sobre todo disfrutando.

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Me gustaría transmitir que todas podemos disfrutar de la bici. Que nadie nos diga que no podemos montar en bici, que no podemos correr, nadar... Que sí, que podemos hacer de todo, porque sí,  que podemos aprender a montar en bici con 40 años, porque sí, porque no hay nada, no hay obstáculos y nada nos lo puede impedir, y cada vez tenemos más medios para hacerlo. Nada es un impedimento, ni ser madre ni nada. Yo siempre lo he dicho, nunca renuncies a hacer tu vida ni a lo que más te gusta por tener un hijo. Es cierto que te cambia las prioridades, pero es adaptarlo. Es decir, no puedes salir 5 horas con la bici como te gustaría, pero puedes salir dos y te aseguro que te saben a 5.  O no puedes salir todos los días, pero puedes hacerlo 2 o 3 a la semana.

El deporte es tener un estilo de vida y, sobre todo, compartirlo. Compartirlo con la gente que al fin y al cabo forma parte de tu vida.

Autora: Cristina Azanza

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